28.5.14

Desvaríos

Cuidado… 
que al encontrarle el sentido a algunas cosas
no se le escape el sentido a otras.
Cuidado… que al escuchar la voz más interna
no se silencie la voz que debe salir pa’l exterior.

Hay que escuchar el corazón, sí; pero también 
hay que hacerse escuchar con la garganta.
A veces habla el silencio,
y otras veces es sonido el pensamiento.
El zen nos conduce a esa armonía del habla,
a encontrar el equilibrio entre el decir adentro 
y el decir afuera.

Filosofía de bares, de mirar por la ventana,
de té con tostadas y una mente inquieta.
Pensar en el pensamiento, 
emocionarse con el sentimiento,
permanecer con el rostro inmutable 
detrás de la taza o el mordisco.

Hay un colosal gentío 
y el solitario filosofa con gesto neutro.
El poeta en el saquito de hebras mojado
ve quizás la pequeña almohada 
donde se humedecen los cabellos 
de alguna musa que se duerme.
Quizás mojan allí 
sus delicados piecitos las hadas.
Podría correr un río selvático allí adentro.

El cuaderno sobre la mesa de madera 
con su cuerpo de papel evoca a su madre,
recuerda los bosques, se revela contra la tinta.
Su rebeldía me arrebata la inspiración.
No me deja hablar de voces ni silencios 
ni filosofías ni poetas.

Si la hoja quiere ser árbol hay que dejarla soñar.
Por ahí mañana ella me estire su manito pálida
y me invite a jugar a ser poetisa.
O quizás nos invite a todos a jugar a ser árbol 
junto a ella. Quién sabe…

Natalia Peralta 

Fotografía: Javier Páez Muro

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