No sé,
la lapicera me chista
pero no sé qué quiere hoy de
mí;
los renglones me imploran,
me piden palabras,
pero no me dicen cuáles
codician.
No sé,
hay poemas dando vueltas
incrustados en el éter,
son movedizos,
son huidizos.
No sé,
ángeles y demonios trovadores
algo me cantan
a través de las paredes.
La verdad
es que no sé nada
de los versos de los astros
y de cómo escribirlos;
mas las estrellas murmuran
y aunque no entiendo mucho
sus espirales de secretos
las bajo y las trazo.
Algo brilla en el papel
cual diamante,
mi mano como un prisma
transforma lo desconocido
en estrofas.
No sé,
y en la insensatez
se me hace agua la boca
de rapsodias inconclusas
y odas sempiternas.
Natalia Peralta

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