Diluir la fantasía
para
condensar la verdad,
la
realidad
de
un naufragio
sin
saberme exactamente
si
río
o
mar,
hidrólisis que se prende
de
mi éter,
de
mi sol volátil de acuario.
Me
conozco
y
no,
siento
todo
y
no veo nada.
Sumergirse
en lo turbio
de
la vida,
sujetarse
del ancla
de
un buque de sueños,
dejarse
llevar
desde
la profundidad
existencial,
a
riendas del navío
de
sutiles deseos.
Ser
el agua del naufragio,
ser
el tripulante
y
la balsa
y
la vela.
Natalia Peralta


