Hace mucho tiempo atrás, cuando era una niña, soñaba con convertirme en una sirena; mi eterno amor por el agua y mi fantasía de poder vivir debajo de ella habían logrado que las sirenas sean de gran admiración para mí. Recuerdo que cada vez que se me presentaba la oportunidad de sumergirme en una gran cantidad de agua, movía fuerte mis piernas juntas soñando con que, quizás, la rapidez del movimiento convertiría a mis dos extremidades inferiores en grandes y coloridas aletas.Hoy en día mi sentimiento de amor por el agua persiste, con mayor intensidad aún, más no así la fantasía de convertirme en una sirena. Los pensamientos realistas de la mente adulta ya no me permiten dicha fantasía. Sin embargo, estos seres mitológicos de las profundidades del océano aún me hacen soñar, me hacen sumergirme en un líquido ensueño y pensar cuán maravilloso sería vivir rodeada de agua en lugar de aire. Es que el agua tiene esa energía que me renueva, que me tranquiliza, que me hace andar a la par de sus suaves ondas, nadando en su cristalina paz.
En honor a mi niña interna, a las sirenas de mis fantasías, y por los sueños que aquel inocente corazón albergaba, transcribo un texto de Franz Kafka en el que recoge un pasaje de Ulises del universo ficcional de la Odisea de Homero.
Natalia Peralta
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"Existen métodos insuficientes, casi pueriles, que también pueden servir para la salvación. He aquí la prueba:
Para guardarse del canto de las sirenas, Ulises tapó sus oídos con cera y se hizo encadenar al mástil de la nave. Aunque todo el mundo sabía que este recurso era ineficaz, muchos navegantes podían haber hecho lo mismo, excepto aquellos que eran atraídos por las sirenas ya desde lejos. El canto de las sirenas lo traspasaba todo, la pasión de los seducidos habría hecho saltar prisiones más fuertes que mástiles y cadenas. Ulises no pensó en eso, si bien quizá alguna vez, algo había llegado a sus oídos. Se confió por completo en aquel puñado de cera y en el manojo de cadenas. Contento con sus pequeñas estratagemas, navegó en pos de las sirenas con inocente alegría.
Sin embargo, las sirenas poseen un arma mucho más terrible que el canto: su silencio. No sucedió en realidad, pero es probable que alguien se hubiera salvado alguna vez de sus cantos, aunque nunca de su silencio. Ningún sentimiento terreno puede equipararse a la vanidad de haberlas vencido mediante las propias fuerzas.
En efecto, las terribles seductoras no cantaron cuando pasó Ulises; tal vez porque creyeron que a aquel enemigo sólo podía herirlo el silencio, tal vez porque el espectáculo de felicidad en el rostro de Ulises, quien sólo pensaba en ceras y cadenas les hizo olvidar toda canción.
Ulises, (para expresarlo de alguna manera) no oyó el silencio. Estaba convencido de que ellas cantaban y que sólo él se hallaba a salvo. Fugazmente, vio primero las curvas de sus cuellos, la respiración profunda, los ojos llenos de lágrimas, los labios entreabiertos. Creía que todo era parte de la melodía que fluía sorda en torno de él. El espectáculo comenzó a desvanecerse pronto; las sirenas se esfumaron de su horizonte personal, y precisamente cuando se hallaba más próximo, ya no supo más acerca de ellas.
Y ellas, más hermosas que nunca, se estiraban, se contoneaban. Desplegaban sus húmedas cabelleras al viento, abrían sus garras acariciando la roca. Ya no pretendían seducir, tan sólo querían atrapar por un momento más el fulgor de los grandes ojos de Ulises.
Si las sirenas hubieran tenido conciencia, habrían desaparecido aquel día. Pero ellas permanecieron y Ulises escapó.
La tradición añade un comentario a la historia. Se dice que Ulises era tan astuto, tan ladino, que incluso los dioses del destino eran incapaces de penetrar en su fuero interno. Por más que esto sea inconcebible para la mente humana, tal vez Ulises supo del silencio de las sirenas y tan sólo representó tamaña farsa para ellas y para los dioses, en cierta manera a modo de escudo."
Franz Kafka
7 comentarios:
los pensamientos adultos, saben en que momento y de que forma será usted sirena.
Saludos.
No deje de ser una profunda soñadora que es parte de su forma de ser.
Qué puedo decir de las palabras de Kafka? Que tienen ese mismo fulgor que describe en lo ojos de Ulises.
Ja! ¿Yo soñadora, Poeta? Como se nota que apenas me conoce... tengo el problema de ser demasiado realista!
Realista usted? Cómo se hace?
Estando con los pies bien puestos sobre la Tierra!
Y teniendo una buena cuota de años de lectura nietzscheana encima!
Soy una soñadora nataia y da la casualidad de k nos llamamos igual todas las natalias somo asi no dejes de publicar informacion asi es estupendo como tu XD
Gracias por tus palabras, tocaya!
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