Mariposa blanca,
acompaña con tu pureza
mis pasos, y transforma
mis pies en alas.
Hoy siento que acaricio
al orbe en mi andar,
que no osaría causar daño
de ninguna manera.
Mariposa blanca,
¿eres ajena a mí o eres
mi propio reflejo?
En tu radiante blancura
se espeja mi alma.
¿Te veo, mariposa,
o tú me miras y vuelas
escoltando mi camino,
guiando a mi ser
en este peregrinar sola
por el ripio de Zonda?
Natalia Peralta
