Viento gélido en el rostro,
empalidecen mis labios
mientras tibias palabras
se agolpan en mi boca.
Ese viento
me habla,
cálido es por
dentro.
Mensajes de invierno
vuelan en matinal rocío
que en el alba hierven
y evaporan suspiros.
El frío besa
y choca
en calor de ánimas.
Ángeles de madrugada
se descosen las alas
para fabricar los abrigos
que mi aura recubren.
La voz, murmullo
helado,
se vuelve tangible
vapor.
El sol distante observa
los árboles desnudos,
pájaros sin reparos,
largos senderos desiertos.
Y los astros
dibujan
nieve en mis
sueños.
Natalia Peralta
