20.12.12

Poema mojado












Ya era tarde y había visto los primero relámpagos, 
no obstante decidí salir y caminar hacia mi meta.  
Quería escribir un poema en el parque cercano a mi casa 
entre los árboles y la húmeda brisa del atardecer. 
Me senté en un banco y escuché tronar a lo lejos. 
El poema siguió su rumbo, como quien no quiere la cosa, 
sin temores de tintas corridas por el agua próxima a caer. 
La poesía fluía de mi alma transportada por mis manos al papel. 
Los truenos de un cielo relampagueante me incitaban al regreso, 
alertando la tormenta que se aproximaba al instante. 
Pero el aroma húmedo del aire, con susurros de lluvia, 
me invitaba a terminar el poema. Así fue que lo finalicé 
cuando una gota se apresuró a dar el punto final sobre la hoja. 
Guardé mi cuaderno, con poema y gota adentro, 
e inicié el tranquilo camino de regreso. 
Mientras la lluvia se intensificaba, mis pasos eran más lentos. 
La ciudad simuló desaparecer bajo el agua, 
sólo éramos un manantial de cielo, rayos, truenos y yo. 
El agua corría en mí como un río sagrado,
mis pies casi desnudos visitaban charcos de intensidad.
Llegué a casa y saqué presurosa el cuaderno. 
Con manos húmedas, sobre un regazo de tela empapada, 
finalicé el relato de un trance glorioso en mi cotidianidad.

Natalia Peralta 

11.10.12

Vigilia

Porque la noche me habla
es que muchas veces no duermo;
porque las estrellas me cuentan
la razón de mis miedos;
porque la luna con su tenue luz
de mi mente corre el velo;
porque en la hora más oscura
se me iluminan los pensamientos;
porque mi cuerpo pide descanso
pero mi espíritu está despierto;
porque en las horas más silenciosas
se enuncia mi interno conocimiento;
porque cuando ya cantan las calandrias
me convergen descubrimientos;
porque la noche me conversa, por eso,
es que esta noche no duermo.

Natalia Peralta


...en la sigilosa quietud de la madrugada hay tanta paz
que creo sentir la vibración de toda la existencia...

31.5.12

Larva y Mariposa

Desde que descubrí 
la luz en mí
y me aferré a ella
comencé a negar
mi pasado oscuro,
largo trayecto
lúgubre y melancólico.

Perdida en la luminosidad
huí de mis sombras.


Y me encontré en la luz,
pero ya no me encontré
en la oscuridad.

Toda una vida
siendo quien no era,
centrada en algo
que opacaba mi espíritu.
Negaba la luz.

Hoy mi espíritu quiere brillar;
quiere, pero a veces titila.

Tanto tiempo…
siendo quien no era…

Comencé a pensar
en la aceptación del pasado,
en la afirmación del presente.

Y una tarde soleada
mientras meditaba en mi balcón
pasó una mariposa frente a mí,
se posó en un helecho.

En sus alas pude leer la enseñanza.

Colorido hoy su ser,
vuela alto, busca flores,
la embellece el sol
y sin embargo
no niega su crisálida,
su antiguo ser oscuro,
la vieja penumbra
en que se gestó su existencia.

Se fue la mariposa
y con ella mi negación.

Fui oscuridad,
profunda,
casi absoluta.

Fui luz,
intensa,
resplandeciente.

Y vacilé entre una y otra.
Clara sombra, rayo negro.

Mas hoy acepto
mi ser
en todas sus formas;
las arcaicas,
las presentes,
las venideras.

Hoy soy mariposa
que se regocija en colores
mientras recuerda,
piadosa de sí misma,
la larva que alguna vez fue.

Natalia Peralta

25.4.12

Magnificencia de lo cotidiano

Hace unos días, vi por la calle a un niño caminando de la mano con su madre. Pasaban por el costado del verde jardín de un hospital que se encuentra cercano a mi casa. En el pasto, próximos a la vereda, se encontraban dos gatos lamiéndose cariñosamente el uno al otro. El niño quiso parar a observarlos, pero la madre lo tironeaba del brazo, apurada por seguir adelante. El niño se resistía, pero la madre ganó con su fuerza y siguieron caminando con prisa.

Hace otros días, cuando me encontraba en una esquina esperando para cruzar la calle, vi a una niña a mi lado que mirando el cielo le tiraba de la ropa a su madre en señal de atención mientras le decía -¡Mirá, mamá, se ve la luna de día!- Se asombró que en plena luz del día, entre medio de los altos edificios, la luna ya nos sonreía con un cuarto creciente. La niña insistió pero la madre no levantó su mirada al cielo, su atención estaba expectante del semáforo que, ni bien cambió de color, las dejó cruzar apresuradamente.

Me he cansado de ver en el último tiempo, niños que en pasos fugaces por las plazas quieren detenerse tan sólo un instante a observar a las palomas y las madres, mientras los tironean de algún brazo, les dicen que no hay tiempo, que se les hace tarde para una u otra cosa.

Todo esto me ha hecho llegar cómo ráfagas muchas reflexiones internas, que hoy me han generado el deseo de trasmitir:

Llegamos a este mundo tan conectados con todo…

La niña que en medio de los edificios, en medio del caos de un día de ciudad, ve la luna de día y se pone feliz. Es su clara y fuerte conexión con el Universo.
El niño que repara en dos gatos que se lamen afectuosamente el uno al otro. Su sensibilidad lo hace desear detenerse a observarlos. Es su clara y fuerte conexión con el Amor y la Naturaleza.

Nos han educado de tal forma que siempre hay que correr y estar apurados por cumplir los mandatos sociales, dejando de lado los internos, hasta finalmente ni siquiera poder escucharlos. No hay tiempo, ni un minuto en veinticuatro horas del día, para mirar la luna, las palomas, unos gatitos, las nubes, una flor, nada. Siempre estamos llegando tarde a algún lugar. Y creemos que sólo tenemos derecho a disfrutar de la naturaleza en esos pocos días que una o dos veces al año nos dan de vacaciones. De hecho, estamos seguros que sólo es naturaleza una playa o una montaña. No vemos que estamos rodeados, en donde sea que estemos, de cielo, nubes, luna, sol, estrellas, quizás de árboles, flores, palomas, pájaros, de vez en cuando mariposas, libélulas, un arco iris, etc.

Se habla de encontrar o buscar la conexión con el Universo y la Naturaleza, pero se trata de recuperar, tan sólo de recuperar, algo que siempre tuvimos, algo con lo que nacimos y morará por siempre en nuestro interior, por más escondido que pudiera llegar a encontrarse. Pudimos haberlo perdido dentro de nosotros mismos, y allí mismo es donde lo volveremos a encontrar.

Volvamos a mirar el mundo con pureza y comenzaremos a encontrar la belleza en él a cada instante, a reconectarnos. Tomémonos un momento para sentir al Universo rodeándonos por doquier, y en su misma infinitud el Amor y la Naturaleza que nos envuelven perpetuamente.

Natalia Peralta

29.3.12

Sigilo














-No hables...
Me dijo la voz del silencio
mientras caían
las primeras hojas de otoño.
-No luches contra tu esencia,
crece desde tu sigilo.
Cuando todos
parlotean sobre las raíces
tu ya estás
en la copa del árbol
sintiendo
en el sosiego del cielo
los susurros
del sabio Universo.

Natalia Peralta

29.1.12

Equilibrio













Extrañas sensaciones de una nueva vida,
de mi nuevo ser que no deja de renovarse a sí mismo.
Nueva morada, nuevas emociones, nuevo sentir.
Pasan los días y más me alejo del recuerdo de quien fui.

Ya no ser. Dejar de ser.
Hoy soy, mañana no lo sé.

Y sentir la angustia de la despedida
(porque hasta dejar de ser es una despedida)
mezclada con la alegría de la bienvenida al Ser
(porque hasta empezar a ser es una bienvenida).

El hoy oscila entre lo viejo y lo nuevo,
entre la costumbre y la aventura.
Los lados de la balanza suben y bajan.
Mas el centro del equilibrio está en mí.
Soy quien sostiene la balanza.

Soy.

Las emociones sólo bailan a mi alrededor.

Soy mi centro.


Natalia Peralta