
Tan sólo puedo contemplarte…
Tu música aún está dormida.
Descansas en terciopelo azul
a la espera de suaves caricias
que te harán gemir y gritar.
Tu sonido es placer, es éxtasis,
es un cuarteto de Beethoven
en su clamor a la vida.
Es una dulce melodía de Haydn
que te susurra poesía al oído,
que se te esparce como azúcar
en las venas.
Es un capricho de Paganini
que se te aloja en las entrañas,
que te desgarra.
Un sin fin de emociones
descansan en tus cuerdas quietas.
Te arrullo con gamuza roja,
me reflejo en tu cuerpo de madera.
El silencio no opaca tu belleza,
instrumento de sutiles curvas,
de finos detalles, pequeño primor
que al más leve roce te enardeces.
Hoy tan sólo te contemplo…
a veces, mis manos inexpertas
te hacen expresar incongruencias.
Espero con ansias los días
en que empecemos a entendernos,
tu buscarás sostén en mis manos
y mi mentón reposo en tu concavidad.
Vetusto anhelo palpitante;
siempre esta admiración por tu sonido,
siempre este amor por tu figura,
siempre este fuerte deseo de tocarte.
El primer sueño ha sido cumplido;
hoy reposas a mi lado,
el destino te acercó a mis manos.
El próximo sueño a cumplirse
aguarda el lugar y el tiempo propicio
que están pronto a alcanzarnos.
Mientras tanto, mi estimado violín,
tan sólo puedo contemplarte...
Natalia Peralta