Cuando lo entendí no pude contener las lágrimas, pero sí, mi oscuridad había muerto para siempre. Ya era un ser completamente nuevo, y lloré de alegría como nunca en mi vida lo había hecho.
Jamás pensé que la oscuridad me dejaría, porque creí que formaba parte de mí, pero ella se fue cuando vio la luz que comenzaba a emanar de mi interior.
Al desaparecer la oscuridad mi luz lo invadió todo para que esta otra ya no tuviera retorno.
De repente ya no era la misma, mi espíritu comenzó a crecer en enormes dimensiones, todo mi ser irradiaba una indescriptible sensación de bienestar, conocí la paz. Todo mi alrededor también cambió, mi percepción de las cosas y la relación con los demás seres.
Mi viejo ser lloraba en soledad, mi nuevo ser no puede parar de sonreír cuando se encuentra en soledad, y aunque a veces no sonría con mis labios, mi alma adopta una constante forma de sonrisa.
El Cosmos ha parido este nuevo espíritu que ahora se mece dentro de mí. Siento que nada me puede derrumbar, pues la luz no se derrumba, los Astros brillarán eternamente en mí, y yo con ellos. Todo mi pasado, mi vida entera, es apenas un detalle en mi presente. El pasado ya no pesa, la oscuridad cuando se fue lo tomó de la mano y se lo llevó consigo.
He renacido, y al igual que un bebé lloro en este mundo que siento nuevo, con lágrimas brillantes me reconozco en este Universo y me siento en armonía con él. Y crezco, mi luz se expande, mi ser se eleva y toco con mis manos la paz de la existencia.
Natalia Peralta