Entre lágrimas de cielo
y huellas de arena
me sumerjo en un mar
de fondo infinito.
Dudas que corren
como olas mentales,
corazones que se ahogan
en lágrimas derramadas
y sonrisas malgastadas.
Cadáveres de gaviotas
devorados por cuervos
que acechan alertas
en espera de la muerte
de lo cotidiano.
Espuma psíquica
arrastra los caracoles
de la conciencia.
Larvas del inconsciente
se bañan en sueños,
se sumergen en recuerdos.
El miedo ha sido arrastrado,
el corazón aprende a nadar.
El anochecer neuronal
se aproxima lentamente,
crece la marea espiritual.
Visita de brisas heladas,
dulzura nocturna del océano.
Entono bajo el agua
entre difusos reflejos de luna
una melodía atonal,
y me sumerjo en la oscuridad
nadando en busca del fondo
de un mar infinito.
Natalia Peralta