Una persona que me está conociendo, y que aprecio mucho, se inspiró en mí y en mi vida para producir el siguiente escrito. Cuando me lo mostró tuve tres reacciones: alegría, por el hecho mismo de haberse inspirado en mi persona; conmoción, por lo bello y real de las palabras, y tristeza, precisamente por la cruda realidad del escrito.
Natalia Peralta
Ella
Y ahí estaba ella, con su mirada triste,
ansiando escapar, ansiando ver la luz.
Ella quería mirar, quería escapar
hacia esa luz que a su vida le daría felicidad.
Su corazón no aguanta más,
late de manera desconocida para los demás,
para ella es normal.
Sentada en la nada, no sabe hacia donde dirigirse,
burbuja irrompible, prisionera de su alma.
No sé si conoce la luz, tampoco ella sabe si la conoce,
solo ansía verla y no recordar más.
Por lo poco que sé, hace tiempo está sumergida
en el espeso, frío y oscuro banco de neblina.
Lastimosa infancia vivida, dejó nada más que heridas,
su pasado mas próximo solo la lastimó aún más.
Ella no quiere pensar, por lo menos intenta no hacerlo,
en las noches la atormentan sus recuerdos.
Sólo ríe, se limita a llorar,
sólo se pone su mascara y demuestra felicidad.
Sus ojos no me mienten, y menos su forma de hablar,
está lastimada, sólo llora en soledad.
Ella se acerca hacia una ventana, le cuesta mirar,
está empañada, está completamente mojada.
Son sus ojos, deseando un rayo de luz
que evapore el agua para dejar de llorar.
Hoy día, quisiera convertirme en tu Dios,
y regalarte un rayo de sol para que te seques,
para que te escapes.
Y ahí esta ella, sentada en la nada,
esperando que un halo de luz
le muestre el camino que tanto espero.
Victor Boffa