25.4.07

Carmina Burana

Escuchar hoy en vivo la obra Carmina Burana de Carl Orff fue una de las cosas más impresionantes que pude haber experimentado. Vivir en carne propia una composición tan extraordinariamente perfecta tocada por ciento sesenta músicos fue realmente sublime. El comienzo me hizo erizar la piel, me recorrió un escalofrío por todo el cuerpo. Nunca había disfrutado tanto de algo. Sentí tanta emoción, tanta paz, tanta gloria. Esas notas imponentes, las voces enérgicas del coro, la perfección de la melodía... y sin embargo siento que tantas halagadoras palabras no alcanzan. Todo es poco para describir lo que me hizo sentir Carmina Burana. En los instantes pacíficos de la obra se escuchaba el canto de los pájaros, y no parecían más que otro instrumento de la orquesta, conformando una perfecta armonía. Transcurría la obra y oscurecía la tarde, el sol se escondía detrás del escenario mientras salían las estrellas a hacernos compañía. Corría también una suave y fresca brisa que acariciaba los rostros, mientras tanto la música acariciaba los oídos. Creo que fueron los minutos más perfectos de mi vida. Nunca antes mis oídos habían recibido tanta belleza. Sentí que mi corazón lloraba y mi alma sonreía. Toda la gente que se encontraba a mi alrededor desapareció. Éramos sólo la orquesta, el coro y yo. Todos vibrando con Carmina Burana.
Cuando la obra finalizó simplemente quedé con la boca abierta. Me quedé en silencio por unos segundos, no terminaba de creer que lo que acababa de escuchar era real. Lo creí cuando caí en cuenta de que en verdad nunca me había sentido tan viva, con todos los sentidos conectados. Comprendí que en el mundo hay más belleza y perfección de la que me imaginaba, sólo hay que saber encontrarla. Yo encontré una parte en el atardecer de este día, cuando en mi mundo por un instante sólo existió la música, cuando mi ser se reencarnó, dentro de los minutos más emocionantes de mi existencia, en Carmina Burana.

Natalia Peralta

"Oh Fortuna, variable como la Luna
como ella creces sin cesar o desapareces.
¡Vida detestable!
Un día, jugando, entristeces a los débiles sentidos
para llenarles de satisfacción al día siguiente.
La pobreza y el poder
se derriten como el hielo ante tu presencia.
Destino monstruoso y vacío,
una rueda girando es lo que eres,
si está mal colocada la salud es vana,
siempre puede ser disuelta, eclipsada y velada;
me atormentas también en la mesa de juego;
mi desnudez regresa, me la trajo tu maldad.
El destino de la salud y de la virtud
está en contra mía, es atacado y destruido
siempre en tu servicio.
En esta hora sin demora
toquen las cuerdas del corazón;
el destino derrumba
al hombre fuerte que llora conmigo por tu villanía."

Carl Orff